¿Y si mejor no te aceptas a ti mismo?
Hay una pieza de “sabiduría” popular que la gente suele aceptar sin cuestionar:
“Acéptate tal como eres.”
Bueno, yo tengo una mejor sugerencia:
Escoge el peor defecto de tu carácter y trabaja en él con tanta disciplina como te sea posible.
¿Y cómo sabes cuál es tu peor defecto? es el que más te hace sufrir, y quizá, también a los que te rodean.
Y no hay cantidad de “acéptate a ti mismo” que vaya a cambiar eso.
Los defectos de tu carácter no desaparecen mágicamente cuando los aceptas.
Y eso quizá ya lo sabes.
Si eres una persona iracunda no te volverás afable al aceptar tu ira.
Si eres proclive a victimizarte no descubrirás la fortaleza de tu carácter, solo aceptándote.
Si sueles evadir el conflicto, no serás más capaz de mantenerte firme en tus relaciones. Negociar con los demás, es una habilidad que no surge espontáneamente como consecuencia de la auto aceptación.
Esa es una buena razón para aspirar a la virtud, en lugar de solo aceptar tus defectos. Porque algunos de ellos te hacen sufrir, porque debilitan tu carácter, y en el peor de los casos, también hacen padecer a otros.
La sabiduría moderna confundió el amor propio con la autocomplacencia.
Hace poco leí un libro que decía:
“No tienes que mejorar continuamente para amarte a ti mismo. Se amable contigo mismo.”
Pero la realidad es que puedes aprender amarte y aun así empeñarte en mejorar.
Me parece que está noción del amor propio incondicional en parte proviene del concepto cristiano “imago dei”.

La idea del imago dei afirma que cada persona es inherentemente valiosa más allá de su comportamiento, condición y creencias. Su valor reside en su existencia misma.
¿Por qué? porque cada ser humano tiene algo en él que Dios inyectó. Hay algo divino y sagrado en tu naturaleza, y eso implica que tu existencia tiene un valor intrinseco.
Pero aun hay más. Con frecuencia, la soberbia (u orgullo) es considerada como el más nocivo de los pecados capitales. Y uno podría pensar, «bueno, hay otros pecados que parecen más perjudiciales: la ira, la gula, o la avaricia…. ¿por qué, entonces, la soberbia es aun más grave?»
Una manera de verlo puede ser: porque la soberbia surge del orgullo, de un sentimiento superioridad. Tal como la historia de lucifer cuenta, el soberbio cree haber logrado la perfección, en otras palabras, un soberbio cree que ya no hay nada en lo que pueda mejorar. Ya no aspira a nada, pero cree merecerlo todo.
Y eso, de acuerdo a la historia, merece la expulsión del reino de dios, un lugar que, hablando metafóricamente, podría representar la virtud y el perfeccionamiento de la naturaleza humana.
Así mientras la sabiduría moderna nos dice, acéptate y ámate tal como eres, la sabiduría perenne nos recuerda:
Hay en ti algo divino, tu existencia es inherentemente valiosa sin importar tus condiciones e idiosincracia, pero haz algo con eso, continúa mejorando, sigue aspirando a la virtud.
¿Por qué? por dos razones sencillas: sufrirás menos, y harás sufrir menos a los que te rodean.