Hábitos Clave: El Secreto para Cambiar tu Vida

En lugar de enfocarte en adquirir 5 nuevos hábitos, prueba con un hábito clave: hábitos que provocan por inercia la aparición de nuevos hábitos positivos.

Hábitos Clave: El Secreto para Cambiar tu Vida
Photo by Priscilla Du Preez / Unsplash

Hoy hice una sesión de meditación más, fue bastante agradable y reparadora. Con la de hoy, ya llevo 23 días de meditación de forma ininterrumpida. Cada día medito entre 15 y 20 minutos, pero espero en un par de días comenzar a meditar 30 minutos por sesión.

Pero no es el tiempo de meditación lo que me tiene intrigado, si no la constancia con la que lo he hecho, 23 días seguidos y sin señales de que vaya a interrumpir mis sesiones en los días que vienen. De hecho, estos dos últimos días he meditado en una habitación de hotel, ni siquiera lo he hecho en casa, con las comodidades que eso supone. Pero no me ha resultado, ni de cerca, problemático. De hecho un día, hace un par de semanas, medité en el cuarto de baño de mi habitación de hotel.

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Lo sé. Suena exagerado, pero está alineado con mi concepción de la meditación, en la que no se necesitan adornos extras al acto de meditar, es decir, una canción que me relaje, incienso para tener un mejor ambiente o algún ritual similar. Para mi meditar es una especie de "entrenamiento" para la mente y el "espíritu" para conseguir mantener la ecuanimidad mental en el entorno en el que te encuentres, sea favorable o no, sea agradable o no, sea el espacio que elegiste para meditar en tu casa o sea el cuarto de baño de un hotel perfectamente desconocido.

Pero regresando al punto:

Lo curioso es que en ningún momento me propuse meditar de forma diaria, más bien, mi objetivo, era volver a meditar unos 3 o 4 días por semana, unos 15 minutos cada vez. Decidí hacerlo así, de forma tímida y cautelosa para no tentar a mi fuerza de voluntad y a mi animosidad: no me quería abrumar si de pronto decidía meditar 45 minutos cada vez, 5 veces por semana.

Pero algo sucedió, algo que hizo que los resultados se dieran de forma mucho más rápida y de hecho, ese algo, no tiene nada que ver con la meditación, si no con una situación completamente distinta:

Photo by David Mao / Unsplash

Decidí levantarme más temprano para poder meditar.

Creo que fue un domingo mientras veía una película en Netflix con mi esposa, cuando lo decidí: me sentí ligeramente emocionado mientras se formulaba la decisión en mi cabeza...

"¡Claro! me tengo que despertar temprano para meditar. A partir de mañana me levantaré temprano".

Pero la realidad es que nunca he sido muy bueno para despertarme temprano de forma regular, así que eso debió suponer un problema, pero por otro lado, me asaltó otro pensamiento: cuando debo levantarme temprano (digamos a las 6 am), por alguna razón en particular, tampoco me resulta tan complicado. Simplemente me levanto y listo, comienzo a funcionar. Pero eso sólo sucede cuando hay una razón en particular que me motiva.

De hecho, apenas unos días atrás, por un viaje inesperado que tuve que hacer, me levanté temprano para conducir a la Ciudad de México. Detesto el tráfico matutino de la ciudad, así que ahí tenía un buen aliciente para despertarme mucho antes de lo que acostumbro y llegado el momento, no tuve problema para conseguirlo.

Esta certeza me proporcionó la confianza que necesitaba, para "decidir" ese domingo (palabra mágica cuando se trata de formar nuevos hábitos) levantarme temprano para meditar.

Mi razonamiento, en ese instante, debió ser más o menos así: No me gusta despertarme temprano, pero si llegado el caso lo tengo que hacer, tampoco me resulta tan difícil lograrlo y para eso, sólo necesito de algo más: una razón, una motivación.

En este caso, la motivación era muy clara: comenzar a meditar de nueva cuenta.

Así que esa noche, a manera de prueba, ajusté mi despertador a las 6 am y me dormí, como de costumbre, casi a media noche.

Al día siguiente:

El despertador sonó a las 6 am, y lo primero que se me pasó por la cabeza fue un "si puedo levantarme" y me levanté de la cama, pasé al baño del piso de abajo, me cepillé, después calenté un poco de agua y en lo que terminaba de hervir, me senté a meditar en la sala, en la alfombra afelpada, sobre una almohada.

Con toda probabilidad, ese día seguro mi sesión se dividió entre la meditación y el sueño. Pero lo conseguí. Ese día fue clave, porque comprobé que si podía despertarme temprano, meditar y no desfallecerme en el intento.

Después me preparé un café y decidí leer un poco, y al terminar opté por revisar algunos proyectos personales que tenía abandonados.

Y así pasaron los primeros días y fue quizá en el tercero cuando me di cuenta que necesitaba un poco más de tiempo en las mañanas para hacer todo lo que quería y entonces decidí levantarme a las 5 am y así lo hice. Ahora, de lunes a viernes, me despierto entre las 5 y las 5.15 am y los fines de semana, con frecuencia antes de las 8 am.

Y por aquellos días tuve una epifanía: Me alegré bastante cuando logré meditar 7 días seguidos, sin duda fue mi primer hito y me sentí bastante confiado de que la meditación, había llegado para quedarse. Este pensamiento me invadió tanto que se me escapó por completo una cosa más, pero era demasiado obvia como para ser ignorada por mucho tiempo: También había conseguido levantarme temprano una semana y eso, sin duda, era igual de importante.

Mi objetivo era desarrollar un hábito, pero estaba ad portas de lograr dos. Así que comencé a pensar con un poco más de detenimiento, comencé a diseccionar mis horas por la mañana: ¿hay algo más que esté haciendo todos estos días? ¿algo más que podría considerar como un nuevo hábito?

Y si, habían otras 2 acciones positivas que el hábito de despertarme temprano estaba empujando:

1. Leer: esos días estuve leyendo en promedio 30 minutos cada mañana (de hecho 15 minutos leía un libro y 15 minutos leía otro)

2. Agradecer: Después de meditar, me resultó natural buscar algunas razones cotidianas por las cuales sentirme agradecido

💡
De pronto, ya no había un nuevo hábito (en desarrollo) en mi vida, habían 4: Meditar, leer, practicar la gratitud y el que había sido el disparador, despertarme temprano.

Realmente me sorprendí con esta descubrimiento: dormir es un hábito estratégico, un disparador, una especie de principio de Pareto aplicado a los hábitos.

Anduve así por los siguientes días, dándole vuelta a esto de cuan sencillo había resultado incluir nuevos hábitos en mi rutina, y entonces recordé un libro que había leído hacía unos 3 años:

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The Power of Habit: Why We Do What We Do in Life and Business de Charles Duhigg. En este libro, el autor, combina historias y hallazgos científicos, para llevarnos a entender como funcionan los hábitos, como se desarrollan, como se transforman y claro, como se abandonan los viejos y se incluyen nuevos hábitos.

Pero en especial, captó mi atención un concepto que no había escuchado antes: Los "Keystone habits" o hábitos clave, en esencia, estos hábitos facilitan la aparición de nuevos hábitos positivos alrededor. Pero no quiero sonar tan esperanzador: no es que estos keystone habits formen nuevos hábitos, sino que, en cierta forma, preparan el terreno para que surjan los nuevos.

Charles Duhigg se refiere así a los hábitos clave:

Algunos hábitos, importan más que otros a la hora de rehacer negocios y vidas. Se trata de los hábitos clave, y pueden influenciar como la gente trabaja, come, juega, vive, gasta y se comunica. Los hábitos clave comienzan un proceso, que, con el tiempo, transforman todo.

En otras palabra, los hábitos clave hace que adquirir otros nuevos hábitos sea sencillo, o en mi caso, que suceda sin que, siquiera, lo estés buscando.

Hacer ejercicio es uno de los hábitos clave más poderosos que hay, termina provocando una especie de reacción en cadena que impacta diferentes esferas de nuestras vidas. Así lo explica Charles Duhigg:

“Generalmente, las personas que hacen ejercicio comienzan a comer mejor y se vuelven más productivas en el trabajo. Fuman menos y muestran más paciencia con sus colegas y familiares. Usan sus tarjetas de crédito con menos frecuencia y dicen que se sienten menos estresados. No está completamente claro por qué. Pero para muchas personas, el ejercicio es un hábito clave que provoca un cambio generalizado."

Y si bien el autor de "Power of Habits" no hace una lista de cuales son los hábitos clave, o al menos los más frecuentes, si nos da un atisbo de algunos de ellos:

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Los estudios han documentado que las familias que cenan juntos de forma habitual, parecen educar a hijos con mejores habilidades para la escuela, mejor control emocional y más auto confianza. Tender tu cama cada mañana está correlacionado con más productividad, una mayor sensación de bienestar y habilidades más fuertes para cumplir con un presupuesto. No es que una comida familiar o una cama ordenada genere mejores calificaciones o gastos menos frívolos. Pero de alguna manera, esos cambios iniciales inician reacciones en cadena que ayudan a que otros buenos hábitos se afiancen.

¿No te parece interesante? En mi opinión eso abrió un mundo de posibilidades para mi y aunque Charles Duhigg no menciona a la meditación o despertarse temprano como hábitos clave, en la práctica a mi me han funcionado bastante bien (y por lo tanto, te podrían funcionar también a ti). Despertarme temprano me proporcionó el espacio de tiempo para hacer nuevas cosas: leer más, meditar todos los días y practicar la gratitud.

Y ahora estos hábitos me están llevando a afianzar otros: Por ejemplo, ya no sólo menciono en silencio las cosas por las cuales sentirme agradecido al terminar mi sesión de meditación, ahora tengo una libreta de la gratitud, en la que anoto puntualmente tres cosas por las que me siento agradecido y una cosa positiva que me haya sucedido el día anterior.

De esa forma estoy impulsando a mi cerebro a ser agradecido y a enfocarse en las cosas positivas del día, en lugar de estar rastreando sólo lo negativo, acerca de eso puedes ver un poco más en esta charla TED: El feliz secreto para trabajar mejor.


Conclusión:

Tengo dos conclusiones principales:

La primera es la certeza de que si estás en tu búsqueda, como yo, por desarrollar hábitos positivos que transformen tu vida, lo mejor no es hacer una lista de todos los hábitos que te gustaría desarrollar, en cambio, es más estratégico indagar más acerca de los hábitos clave y ver si alguno de ellos te puede acercar a cumplir ese otro objetivo.

En mi opinión, despertarse temprano es sumamente estratégico, pues dispones un tiempo extra por las mañanas para hacer las cosas que desees. Pero levantarse temprano sólo es efectivo si tienes un plan, si decides levantarte una hora antes que de costumbre, y no tienes claro que hacer ahí, es natural suponer que no obtendrás ningún beneficio.

Por ejemplo, los primeros días yo decidí meditar, después leer un poco y después comenzar a revisar cosas del trabajo. Pero después, comencé a organizar mejor esas dos horas, para que me resultaran productivas a un nivel personal, ahora mi rutina matutina luce más o menos así:

Y si por alguna razón levantarte temprano no es lo tuyo, puedes comenzar a dormirte más temprano, el sentido común dice que como consecuencia comenzarás a despertarte más temprano.

Mi conclusión 2 es un poco más general, pero igual de valiosa, aunque suene bastante obvia:

Cuando se trata de desarrollar nuevos hábitos, al menos en mi caso, un proceso previo de reflexión, de poner a prueba ideas preconcebidas acerca de ti mismo, es de mucha ayuda. En mi caso, si yo no hubiera puesto a prueba mi prejuicio de que no puedo despertarme temprano, buscando eventos en mi vida en los que si fui capaz de hacerlo, no me habría decidido a, ese día, poner mi despertador a las 6 am. Un ejercicio previo de introspección y de reflexión es de suma importancia para que el cerebro comience a mentalizarse para lograrlo.

Luego está la decisión, para mi el acto de decidir significa tomar el control de tu vida, significa que tú deliberadamente comienzas a mover tus piezas para conseguir un resultado y eso me motiva mucho. Dejar de sentirme víctima de las circunstancias y tomar al toro por los cuernos me llena de energía y motivación y eso hace que me sienta más convencido de que puedo lograr algo.

Y esos para mi son actos claves: reflexionar, desafiar mis ideas preconcebidas acerca de mi capacidad de lograr algo y después tomar la decisión de hacerlo. En mi opinión, eso pone a mi cerebro en la actitud correcta, listo para actuar. Y luego está el plan, si no tienes una guía de como harás para alcanzar tu objetivo, es difícil que tengas éxito. Y ya hemos visto, que cuando se refiere a desarrollar hábitos, es mucho más inteligente enfocarse en un hábito clave que desgastarte intentando desarrollar 5 hábitos distintos.