La importancia de la Pausa
¿Cómo reaccionaste la última vez que te golpeo una tragedia, digamos cuando perdiste una pareja o le fue detectada una enfermedad grave a un ser querido? Si eres como yo (y como la mayoría de las personas), es probable que hayas reaccionado desde una base emocional de miedo e incertidumbre ante el cambio. Algo, por otro lado, enteramente normal, a pesar de lo que nos guste creer, los seres humanos somos criaturas de orden y rutina. Funcionamos mucho mejor cuando tenemos las cosas claras y en perspectiva.
De modo que, cuando enfrentamos situaciones que amenazan con poner de cabeza nuestros pequeños mundos, peleamos con vigor para conservar la estabilidad y la seguridad de la rutina. Y entre más amenazadora la nueva realidad, mas encarnizadamente peleamos.
Es exactamente como sucede cuando un toro se encuentra en el ruedo. Mientras el toro reacciona con furia y ciegamente a las provocaciones del torero, el torero lleva el mando. Pero si acaso el toro se detiene y se sitúa en un lugar en el ruedo en el que se siente seguro, puede permanecer ahí, lejos del torero, lejos del miedo y sin reaccionar.
En ese espacio, el toro recobra energía y fuerza, y cuando el toro entra en ese estado -al que llaman querencia- el toro se vuelve una verdadera amenaza, ahí es cuando el torero debe andarse con cuidado. Ya no se trata de un toro lleno de furia y miedo, en cambio se trata de un toro sereno que ha encontrado su fuerza interior.
La mayoría de las veces, nosotros actuamos como el toro:
Zarandeados por nuestras circunstancias reaccionamos instintivamente cuando somos llamados al ruedo. La vida se mueve y nosotros reaccionamos, nos envía algo que nos saca de nuestro estado de confort y lo rechazamos, peleamos o nos aferramos para que las cosas continúen como estaban (incluso si no es lo mejor para nosotros). No aceptamos que la condición natural de la vida es el cambio y en esa tensión, en ese negarse a lo natural, revolvemos aun más las cosas.
Así que como el toro mismo, deberíamos aprender a hacer una pausa. Deberíamos aprender a entrar en nuestro propio estado de querencia, para reconectar con nuestra fuerza interior.
En el Tao Te Ching de Lao Tze se nos explica algo parecido:
Cuando estés en dificultades, detente y acéptalas. Apresurándote a la acción, fracasas. Aferrándote a las cosas, las pierdes. Forzando que un proyecto culmine arruinas lo que estaba casi maduro.
Viktor Frankl, en El Hombre en Busca de Sentido, nos sugiere algo similar:
Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta yace nuestro crecimiento y nuestra libertad.
La pausa es importante en nuestras vidas, ponerla en práctica no quiere decir que no demos importancia a lo que nos sucede, sino justo lo contrario, que lo que ha sucedido (la perdida de un trabajo, de una relación, de la salud o de la libertad) es tan importante que la mejor ruta de acción es hacer una pausa, pues no podemos arriesgarnos a actuar a la ligera y con torpeza.