Meditación para Principiantes: La Actitud Mental Correcta y Dos Sesiones Guiadas

Meditación para Principiantes: La Actitud Mental Correcta y Dos Sesiones Guiadas
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Son poco más de las 5 am, aun está oscuro y algo frio, me encuentro sentado en el suelo en posición de medio loto sobre mi improvisado mat de meditación: unas sabanas y unas almohadas gastadas. Me dispongo a meditar. Ajusto el temporizador. 20 minutos. Cierro los ojos y comienzo a respirar con profundidad, Me concentro tanto como puedo en mi respiración, mientras mentalmente cuento: uno... inspiro y espiro, 2... inspiro y espiro, 3... inspiro y espiro. Me distraigo. Siempre sucede. Vuelvo a enfocarme en mi respiración y sigo con el proceso, hasta llegar a 20.

Después pongo atención a mis sensaciones corporales y si es el caso, a mis emociones. Me hago consciente de las sensaciones que recorren mi cuerpo: a veces detecto algún cosquilleo en las manos, una sensación fugaz en la nuca, en la frente o en la barbilla, y poco a poco, intento sentir todo mi cuerpo al mismo tiempo. Cuando lo logro, me invade una especie de energía que resulta muy agradable.

Durante todo este proceso, mi mente se va una y otra vez a otro lado (por eso algunos budistas tienen a bien llamarla "la mente de mono") y una y otra vez retorno a mi respiración, a sentir mi presencia corporal. A veces, cuando tengo emociones agradables o desagradables las dejo estar un rato, intentando no reaccionar a ellas. Otras veces me enfoco en esas sensaciones y luego, con tranquilidad, regreso a mi respiración y a mi presencia.

De pronto el temporizador suena. Ya pasaron los 20 minutos y yo me quedo ahí, aun sentado, con los ojos cerrados, unos minutos más, respirando con tranquilidad, entonces aprovecho de hacer un pequeño ejercicio de gratitud: Pienso en 3 cosas por las cuales sentirme agradecido, las menciono para mis adentros, reflexiono un poco acerca de ellas y al terminar, abro los ojos, me enderezo y sigo con el día.

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Hace poco más de 2 semanas volví a retomar mi práctica de meditación y para lograrlo, he tenido que comenzar a despertarme a las 5 am. Fue una gran decisión, casi de inmediato comencé a experimentar los beneficios que ya había olvidado y por esa razón (y otra más) me animé a escribir esto.

En primer lugar, tengo una razón egoísta, quiero reflexionar un poco acerca de la importancia de meditar y hacer una reafirmación de mi compromiso con este hábito. El segundo es, por si acaso tuvieras la intención de comenzar a meditar o retomar la práctica, animarte a hacerlo. Porque me gustaría recordarte que no importa si eres emprendedor, empresario, estudiante o ama de casa, encontrar una forma de liberar la tensión, el estrés, la incertidumbre y las vicisitudes de la vida misma, es clave para continuar con el esfuerzo y no pasarla mal en el proceso.

Si te encuentras en el punto en el que te estás decidiendo a meditar, es probable que te encuentres explorando diferentes técnicas. No es mi intención recomendarte alguna, de hecho, yo mismo terminé desarrollando mi propio "estilo": una mezcla de meditación Vipassana y la ahora famosa meditación de atención plena.  No hay meditación mala o buena y quizá, pensando con un poco más de detenimiento, los estilos de meditación en los que dependes de algo externo para concentrarte, como en el caso de las meditaciones guiadas, sirven bien para comenzar a adentrarse en la práctica, pero después, a medida que vas ganando confianza, te das cuenta de que no necesitas algo más, que con la respiración y tu sola presencia es suficiente.

Mi intención, llegado este punto, es ofrecerte mi consejo acerca de que hacer cuando te encuentres en tus primeras sesiones de meditación.

Pero comencemos por el principio:

¿QUÉ ES LA MEDITACIÓN?

Para comenzar con el pie derecho es necesario establecer que es la meditación:

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En mi opinión meditar es la práctica de cultivar una mente ecuánime, abierta y atenta. Meditación Zen, Vipassana, de atención plena, incluso estilos más complejos como los del Budismo tibetano o del hinduismo, aun cuando divergen en sus técnicas, de alguna manera apuntan a esto mismo: a liberar la mente de las ataduras del ego y del frenesí de la mente de mono. Y para ello es necesario afinar la mente y fortalecerla.

Krishnamuri, el filósofo y maestro espiritual de la India, expresa así los efectos de la meditación:

Tu mente se vuelve extraordinariamente sutil, viva.  Ninguna parte de la mente está dormida.  La mente está completamente despierta.

Pero hay otro aspecto importante de la meditacion -aunque se trata de una observación meramente personal: De alguna manera, meditar consiste en llevar a la práctica los elementos más fundamentales de la "filosofía" budista.

Déjame explicarte mi punto: En el budismo hay varios conceptos clave, por ejemplo: la vacuidad, el Karma, el Dharma, etc. pero para mis propósitos, me enfocaré en 3:

  • Primero: La importancia del momento presente. En el budismo todo lo que importa está en el aquí y el ahora. Más allá de eso, no hay nada a lo que valga la pena prestar tu atención o energía. De hecho, objetivamente, en el budismo no existe otra cosa que no sea el presente. Pasado y futuro, existen, sin sustancia, solo en la mente.
  • Segundo: Una de las causas del sufrimiento es el rechazo a lo que nos disgusta. Hay cosas que nos molestan de otras personas, situaciones o incluso de nosotros mismos. En consecuencia, peleamos contra ellas con la intención de erradicarlas (aunque sea internamente) y eso genera sufrimiento.
  • Tercero: Otra causa del sufrimiento o insatisfacción es el apego y el deseo. Existen cosas que nos gustan, que nos proveen sensaciones placenteras y si nos apegamos a ellas sufrimos o nos sentimos insatisfechos cuando no las tenemos. Lo mismo ocurre con lo que deseamos: Queremos tener mucho dinero. No lo tenemos. Como resultado, vivimos insatisfechos y en un extremo, sufrimos.

Y ahora viene lo interesante: Cómo esos 3 principios se manifiestan durante la meditación, y cómo, con la misma práctica, podemos trabajar en ellos.

Cuando uno da sus primeros pasos en la meditación las dudas habituales que nos asaltan son: "¿cuál es la mejor técnica?", "¿estoy respirando bien?", "¿cuál es la posición ideal?" o "¿por cuánto tiempo debo meditar?" Y si bien, todos esos detalles son importantes, en mi opinión nos estamos olvidando de algo que es igual de crucial para que nuestra práctica de la meditación avance, y ese punto clave es: ¿Cuál es la actitud correcta al meditar?

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Y la actitud correcta es que uno no debería tener ningún tipo de actitud. La práctica adecuada vendría a ser algo así como: siéntate y presta atención a tu respiración (o a tus sensaciones corporales), y cuando termine el tiempo que estableciste para meditar, te levantas y continúas con tu día.

Entiendo, es un secreto en el que parece no haber ninguno. Pero déjame que te explique mi punto con los 3 puntos que anoté arriba:

  • El momento presente: La meditación no se trata de enfocarse, de tener la mente en blanco, ese no es el objetivo, no es acerca de mantener la atención en tal o cual estímulo, ni siquiera en la respiración, como si eso fuera lo importante. Enfocarse en tu respiración es sólo un medio para desvincularnos de la vorágine de pensamientos que nos invade a cada instante. Es la forma en la que muchas escuelas de budismo entrenan nuestra mente para, cuando lo decidamos, regresar al momento presente. Por eso cuando durante tu práctica de meditación, tu atención vuela hacia tus pensamientos o algún estímulo externo, es importante volver a enfocarse en la respiración. Y eso nos lleva al segundo punto:

  • El Rechazo: Déjame contarte una pequeña historia. Cuando estaba en mi retiro de meditación Vipassana de 10 días, hubieron momentos -muchos- en los que las cosas se pusieron complicadas. Te tienes que despertar a las 4 am y meditar durante todo el día, con breves intervalos de descanso y de alimentación, todo eso hasta las 9 pm, momento en el que debemos retiramos a descansar (siempre en silencio y sin establecer contacto visual con los demás) para prepararnos para el día siguiente.

Durante estas sesiones larguísimas de meditación habían momentos en los que las piernas se te ponían duras y entumecidas, tanto que las sentías a punto de explotar. Era desesperante. Pero antes de cada sesión prolongada los instructores se limitaban a recordarnos:

«Cuando algo como eso te suceda, no rechaces esa sensación, no pelees con ella, pues el sufrimiento será el doble. Si es necesario cambia de posición o estira un momento esa pierna sin abandonar tu práctica. Lo que sea, solo no pelees con tus sensaciones por más desagradables que estas te parezcan.»
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Cuando meditamos por 20 o 30 minutos, quizá no tengamos sensaciones corporales tan intensas, pero es posible que nos aburramos, nos distraigamos, nos fastidiemos o nos molestemos porque no podemos controlar nuestra mente de mono. En esos casos, lo mejor es respirar con profundidad y volver a prestar atención a nuestra respiración. Sin rechazar, sin pelear. Cuando quitamos nuestra energía mental de aquellas sensaciones o sentimientos desagradables, entonces sufrimos menos.

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En mi opinión, la meditación es una forma muy práctica de enseñarnos que rechazar y pelear contra los que nos hace sufrir, sólo va a aumentar nuestro sufrimiento. Si hay algo que podamos hacer para mitigar el sufrimiento, lo hacemos y si no podemos hacer nada, entonces simplemente dejamos de prestarle atención.
  • Y ahora llegamos al último punto: El deseo y el apego. Puede que desde el principio comiences a sentir sensaciones agradables al meditar, por ejemplo, cierto grado de felicidad o de satisfacción, o una sensación de tranquilidad que resulta agradable. Debido a eso podría suceder que deseemos experimentar esa sensación tanto como sea posible, en esa misma sesión o en las siguientes.

Creemos erróneamente que experimentar esa sensación es el objetivo de nuestra meditación -porque por fin estamos comenzando a disfrutar de la meditación: es agradable y todo lo bueno de la vida es agradable, ¿no es así?-, pero nada mas lejos de la realidad: la meditación no se trata de experimentar algún tipo de sensación o emoción positiva, tampoco de alcanzar un estado de paz y tranquilidad. En todo caso, la meditación sería más acerca de mantener la mente ecuánime a pesar de lo que esté sucediendo. Esta actitud ante la vida tiene sus raíces en algo más profundo, algo que en el budismo recibe el nombre de Vacuidad:

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Las sensaciones, las emociones, los sucesos, tú, yo, incluso el universo somos todos efímeros, por lo tanto resulta inútil apegarse o desear cualquier cosa, pues al final, esta terminará por extinguirse.

Si durante la meditación experimentas algo agradable, ¡fantástico! dejas estar esa emoción y permites que se extinga, no tratas de retenerla (eso sería apego) y cuando se ha ido tampoco vas tras ella (eso sería deseo). Intentar buscarlas y conservarlas sería una decisión terrible, bastante apartada de lo que el budismo quiere enseñarnos a través de la meditación.

Shunryū Suzuki, el eminente monje budista japonés, de la escuela Zen, en su libro Mente Zen, mente de principiante explica esto de una forma sucinta:

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En la práctica de la meditación no debe haber búsqueda, ni objetivos a perseguir. Sólo nos sentamos, cerramos los ojos y comenzamos a respirar. Si nos sentimos bien, seguimos respirando, si nos sentimos mal, seguimos respirando, si nos duele algo, seguimos respirando, si un día no queremos meditar, nos sentamos y comenzamos a respirar. Eso es todo lo que importa realmente, sentarnos y respirar.

El objetivo tampoco es alcanzar la "iluminación" porque si nos sentamos con esa expectativa (o deseo) entonces estamos caminando en el sentido opuesto a la iluminación. Quizá por eso Buddha se consideró a si mismo "despierto" cuando advirtió que ya no deseaba ni buscaba nada, porque, siendo que todo terminaba por extinguirse (la vacuidad) incluso él mismo, no valía la pena ir detrás de nada ni apegarse a nada.

💡Así que el consejo práctico es: no busques lograr un estado de tranquilidad al meditar, sólo siéntate, respira y vuelve a tu respiración todas las veces que tu mente se vaya de paseo, sin pelear, sin ofuscarse, sin juzgar. Esa es la actitud correcta.


CONCLUSIÓN

Como te conté al principio, hoy logré meditar por 11 días consecutivos, de hecho, en 15 días, he conseguido acumular 14 sesiones, sólo fallé un domingo y espero mantener ese ritmo, hasta que la meditación se convierta en un hábito bien implantado en mi ritual matutino.

Decidí retomar mi práctica después de sentirme visiblemente fuera de control por varios días, muy ofuscado, irritable, agotado, y a veces, emocionalmente exhausto. Soy emprendedor, de modo que comprendo que no soy el único que pueda experimentar esta clases de agotamiento. De hecho, en el mundo del emprendimiento, podríamos decir que convivir con emociones difíciles es algo frecuente, por eso creo que es necesario que tengamos mecanismos que nos ayuden a liberar toda esa tensión emocional que vamos acumulando a lo largo de los días.

No quiero decir, ni mucho menos, que la meditación sea la mejor forma de lograr esto, lo que intento decir es que encuentres tus prácticas y tus mecanismos para ser capaz de digerir el estrés asociado al trabajo y a la vida en general, y continuar desempeñándonos de forma óptima.

Emprender es increíble, pero claro, no tiene ningún sentido emprender a costa de nuestra propia estabilidad emocional, ¿no lo crees?

🧎🏻‍♂️2 Meditaciones Guiadas

A continuación te dejo un par de meditaciones guiadas escritas, para adentrarte y afianzar tu práctica. Se trata de sesiones de meditación muy sencillas, que puedes comenzar cuanto antes, incluso si no tienes experiencia.

Estas meditaciones las tomé del libro Siddhartha's Brain: Unlocking the Ancient Science of Enlightenment de James Kingsland.

Meditación para Principiantes

Una excelente manera de regresar a nuestra mente a su "estado natural", ni nublada, ni sobre excitada, simplemente alerta y abierta, es tomar conciencia del ritmo natural de la respiración al inhalar y exhalar.

Para empezar, toma una posición en un cojín o en una silla. Comienza centrándote en la sensación de la respiración entrando y saliendo de tu cuerpo por las fosas nasales. Recuerda, el objetivo es observar su respiración, no controlarla.

Sigue cada inhalación y cada exhalación desde el principio hasta el final. Observa cualquier detalle de tu respiración, si es tranquila, agitada, si produce sonido o no, pero no la juzgues, la intención no es evaluar cómo respiras, sólo ser consciente de que respira.

Procura respirar inflando el estómago y no el pecho, pues la respiración de pecho no es natural y no favorece la relajación y oxigenación de tu cuerpo y cerebro. Pero fuera de eso, no intentes controlar el ritmo de la respiración. Notarás que a medida que pones atención en tu respiración, esta se irá tranquilizando de forma natural.

Cuando comiences a enfocare en tu respiración, sucederá algo que es inevitable: tu mente va a divagar, es lo que el cerebro hace de manera automática. Así que, en estas primeras sesiones, no estamos buscando que nuestra mente no divague, sino, ser conscientes de que estamos divagando y una vez que seas consciente de esto, regreses tu atención a tu respiración. Sin culparse, sin ofuscarse, sin pensar "de nuevo esta mente que no está quieta".

Nada deso, lo importane es darte cuenta de que nos desenfocamos y con tranquilidad, regresar a nuestra respiración.

Durante este proceso de prestar atención a tu respiración, inevitablemente van a surgir sensaciones negativas o positivas, cuando eso suceda no las evadas, préstales atención a ellas, nota como se sienten en tu cuerpo: a veces una sensación se nota más en el rostro, a veces en el pecho o en el estómago. La intención no es juzgar esa emoción, sino sólo experimentarla

Si experimentas dolor o picazón o cualquier otro tipo de molestia, haz lo mismo: Dirige tu atención hacia la sensación, pero no te dejes atrapar por ella. El dolor corporal crece cuando dejamos que lo físico se convierta en algo mental. Te consejo que regreses a tu respiración y que al inhalar seas consciente de la sensación negativa que estás experimentado y que al exhalar, expulses esa sensación de tu cuerpo.

Si la sensación de malestar es muy notoria, simplemente corrige tu postura a una posición en la que creas que el malestar se desvanecerá y a continuación regresa con gentilidad a tu respiración.

Sólo te recomiendo no cambiar de posición en cuanto te sientas incómodo, sino que prestes atención a lo que sientes, que notes tus síntomas, en que parte del cuerpo se expresan y demás, esto es especialmente importante cuando uno ha tenido la costumbre de forzar mucho el cuerpo e ignorar sus síntomas. Cuando corrijas tu postura, hazlo también con consciencia, no como un reflejo al malestar. Cambia de posición de forma lenta y habiendo tomado la decisión de hacerlo.

Vas a notar que cuando exploras una sensación con curiosidad, sin juzgar, no tratando de cambiarla de ninguna manera, ni aferrándose a ella, la sensación comenzará a desvanecerse por sí misma. Cuando se haya ido, devuelve toda tu atención a la respiración.

Si un pensamiento, sensación o sentimiento se vuelven demasiado fuertes o intrusivos, usa tu respiración como un refugio, volviendo toda tu atención a las sensaciones de respiración en sus fosas nasales.

Y al hacerlo nota la sensación que produce al entrar y salir de tus fosas nasales. Cuando inhalamos se siente ligeramente más fresco y podemos sentir como nuestras fosas se expanden y cuando exhalamos, el aire se siente en el área del bigote. También siente el movimiento de tu cuerpo al inhalar y exhalar, por ejemplo, como tu estómago se expande y se contrae y como tu cuerpo se relaja conforme respiras.

Hay mucho a lo que se le puede prestar atención mientras respiras. Continúa con este procedimiento hasta que la sesión termine. Te sugiero tomar unos minutos para hacer una pequeña oración de gratitud antes de abrir los ojos. Agradece por 3 cosas positivas que pasaron el día de ayer, de ser posible, experimenta una sensación de gratitud mientras piensas en ellas y agradeces. A continuación, puedes pensar en 3 cosas más, en general, de tu vida, de todo lo que te haya pasado e igualmente, intenta experimentar gratitud mientras lo haces.

Y eso es todo, abre con tranquilidad tus ojos y sigue con tu día.

Meditación de Reinicio Mental en Tres pasos

También se conoce como el espacio de respiración de tres minutos, desarrollado como parte de la terapia cognitiva basada en la atención plena (MBCT, por sus siglas en inglés) .Es una forma práctica de disipar el estrés y reenfocar tu mente que puedes hacer en donde quiera que estés. La meditación es lo suficientemente corta como para ajustarse a una pausa para tomar un café o un descanso, lo que la hace ideal para aliviar la irritación, la hostilidad, la ansiedad y la tensión que pueden acumularse si estás teniendo un día desafiante.

Cuando supe por primera vez acerca de esta mini meditación, recordé la forma en que una computadora de oficina vieja debe reiniciarse cada vez que todas las aplicaciones que intentas ejecutar simultáneamente obstruyen tu procesador. Cuando llamas a TI, lo más probable es que lo primero que te digan sea: "¿Ya intentaste apagarla y volver a encenderla?" A pesar de todos los chistes, este es un excelente consejo, tanto para una computadora de escritorio antigua como para otra: la mente humana.

Como un reinicio, esta meditación puede despejar el desorden y la bruma mental. Te ayudará a recuperar un poco de perspectiva y le permitirá a tu cerebro operar de manera más cómoda, eficiente y armoniosa.

Esta mini-meditación se ha comparado con un reloj de arena: su enfoque es inicialmente amplio, luego enfocado, luego amplio nuevamente. Cada uno de los tres pasos puede durar alrededor de un minuto, pero permítete menos o más tiempo según sea necesario.

  • Primer paso: Tomar conciencia. Ya sea que estés sentado o de pie, adopte una postura relajada, erguida y atenta. Si es posible, cierra los ojos. Revisa tu mente y cuerpo, reconociendo los pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales presentes en este momento sin intentar cambiarlos de ninguna manera. Recuerda que todos estos componentes de tu experiencia en el momento presente son eventos mentales transitorios.
  • Paso dos: Reúne y enfocar la atención. Limita tu atención para enfocarte en la sensación de la respiración entrando y saliendo de tu cuerpo, por la nariz. Usa la respiración para instalarte en el momento presente. Pasa un tiempo apreciando la sensación de tu diafragma y abdomen subiendo y bajando lentamente en sincronía. A medida que sigue su respiración entrando y saliendo del cuerpo, nota que la tensión en tus músculos se alivia y los huesos se asientan en sus articulaciones. Permítete saborear estas sensaciones de relajación. Cuando la mente divaga, lo que probablemente hará, regrésala cortésmente a la respiración.
  • Paso tres: Atención expansiva. Lleva tu atención a un recorrido por todo el cuerpo: cara, hombros, pecho, abdomen, piernas, pies, manos, brazos, hombros. Si hay alguna sensación molesta de incomodidad en un lugar en particular, concéntrate en ella temporalmente. Recuerda que no estás tratando de suprimir las sensaciones desagradables, sino conocerlas y hacerte amigo de ellas. Experimentalas simplemente como son, sin que intentes explicarlas o suprimirlas. Cuando hayas hecho las paces con la sensación, amplía tu atención a todo el cuerpo y observa cómo se siente aquí y ahora. Aquí es donde quieres estar.